sábado, 14 de noviembre de 2015

 
 
Por María Isabel Pardo Bernal.
2015.
 
 
  
Abrazos que provocan insomnio, miradas que producen taquicardia, besos que ahogan, caricias que te suben la temperatura, una voz que desmaya, un cuerpo que te infarta, una mente que confunde, una sonrisa que provoca alucinaciones, susurros que te hacen temblar, presencia que encoge el estómago... ¡Tú no eres un hombre, eres un catálogo de contraindicaciones!!!!!!!!!!!!!!! (MIa a Ulises)

Por María Isabel Pardo Bernal.
“¡Levanta París!”

 

 
HOY ME DUELE PARÍS.

Llevo un rato sentada ante la página en blanco,  nada se me ocurre  que pueda describir lo que siento cuando veo el terror y la auténtica pesadilla que están viviendo nuestros vecinos franceses  ¿Qué se puede tener en la cabeza y en el corazón para matar de forma vil? No puedo justificar la violencia y el horror, da igual de donde venga y por la causa que venga. Está claro que aquí nadie podemos dar lecciones morales, y que a lo largo de la historia se han cometido demasiadas barbaridades, demasiadas injusticias, pero alguna vez debemos parar. Alguna vez tenemos que entender que la violencia solo genera más violencia, que en las guerras nadie gana y todos perdemos, que tenemos que aprender a respetar las diferencias y buscar lo que nos une, que la religión debe hacernos mejores personas, no dar armas para matarnos. Debemos aprender que el ojo por ojo, no sirve de nada, al igual que tampoco sirve poner la otra mejilla.  Alguna vez debemos aprender que el daño y dolor que nos infligimos no tiene sentido alguno, salvo para alimentar a cuatro bestias inmundas. Alguna vez debemos aprender, y deseo que no sea demasiado tarde, aunque me temo, que todavía nos falta mucho por evolucionar   ¿En nombre de qué o de quien se puede matar? ¿Qué dios o dioses se pueden invocar con las manos manchadas de sangre de inocentes?   ¡Ojalá la cordura regrese a la mente y al corazón de la humanidad! Hoy duele París, no puede ser de otra forma. Otro día negro en la historia de la humanidad, otro día para añadir a esa lista aterradora y macabra, esa lista que avergüenza a nuestra especie. El cuerpo me pide sentir  pena e impotencia, también rabia, pero no me voy a dejar llevar al oscuro lugar donde habitan los sentimientos negativos. Hoy,  más que en cualquier otro momento, necesitamos que aflore todo lo mejor de cada uno de nosotros, tenemos la obligación de demostrar que poseemos en nuestro interior el arma definitiva, la mejor de todas las posibles, el arma que vencerá siempre a todas las demás. Somos seres poderosos, y nuestro amor por todos y todo, superará cualquier envite, sea el que sea.    

¡Toda la fuerza para las familias de las víctimas! ¡Duele París, ánimo París, levanta París, amo a París!