martes, 30 de junio de 2015


Por María Isabel Pardo Bernal

Elda 15 de junio de 2015.

HOGUERA © Reservados todos los derechos.

 

 

Tus luces  no dejan de martillearme,

no puedo desterrarlas de mi cabeza.

¡Gritan, gritan y gritan  hasta entorpecer

mis pensamientos,

hasta inutilizar mis sentimientos!

¡Bajadme del altar de los sacrificios!

Vosotros, los justos, los perfectos,

los señores de la guerra,

 los amos del dinero,

los voceros, los meapilas,

los inquisidores, los regentes,

los dueños de vísceras,

 

¡Arrancad los clavos y las espinas

y dadme la paz de los cautivos!

¡No quiero ser mártir,

no quiero ser santa,

no quiero revolcarme en el barro

de los que salivan invocando ídolos!

¡Quiero ser la mujer que araña

al guerrero bastardo,

al del puñal sin escrúpulos!

¡Quiero ser la mujer que desgarra

la piel del soldado menguado,

la del soldado sin honor,

la del soldado alumbrado.

Quiero cortar la lengua

de la infamia, de la mentira,

 descuartizar la mezquindad,

romper el núcleo de los ejecutores.

Quiero ser la mujer que se deja cauterizar

en la hoguera de tus manos,

 en la llama de tus labios.

Quiero ser la mujer que  entrega

su cuerpo en el tabernáculo, sumisa y vehemente,

quiero ser la bruja que te somete,

 la bruja que arde en tu cama y explota tu mente.