lunes, 9 de septiembre de 2013


Por María Isabel Pardo Bernal.


Elda 09 de septiembre de 2013.

 

ANIVERSARIO

 



 

 
Aquel día fue blanco, mi vestido de moaré blanco sobre mi piel blanca, mis medias blancas, zapatitos blancos, el corto velo en el rostro… toda, toda, toda blanca. Una rosa blanca, una dama blanca, una niña blanca.  Lágrimas de color blanco, sensaciones blancas. Flores, montones de flores blancas, paloma blanca,  mi carita pálida, mi candidez, mi pureza, mi alma blanca… ¡Todo, todo aquel día fue blanco!  Sólo mis labios encendidos contrastaban con la inmaculada fotografía de la muchacha temerosa que se encaminaba a la iglesia, a una iglesia que no era la suya, a decir un  “si quiero” para toda la vida. Las piernas temblaban y el corazón se agitaba  encerrado en el corsé blanco. Fiesta en la ciudad, sol espléndido, y la chiquilla en la iglesia susurrando el  “si quiero”.  Incertidumbre blanca, emoción blanca ¡La mariposa blanca había parado su vuelo!  Han pasado los años, muchos, pocos, demasiados, no lo sé. Se perdió el candor de la joven, pero no su blanco espejo. Blanca luna, blancas sábanas, blanco cuerpo. Aniversario de bodas, Cristo del Buen Suceso. Luz de las olas, blanca espuma, cruz de plata, mirada blanca. Septiembre nos abraza y una mariposa levanta el vuelo descubriendo que sigo siendo la misma NOVIA BLANCA…

jueves, 5 de septiembre de 2013


Por María Isabel Pardo Bernal.


Elda, 05 de septiembre de 2013.

 

 


¡FELIZ CUMPLEAÑOS, HÉCTOR!


 

 


 



 
 
El 5 de septiembre a las 23,05h, hace ya unos cuantos años, nació mi hijo Héctor Guillermo. Después de un embarazo bastante extravagante, permítaseme el adjetivo, y tras un montón de horas de parto, pude ver su carita mofletuda y sonrosada. Sus ojitos, bien abiertos,  miraban todo con gran descaro y extrañeza. Por mi parte, estaba agotada, y la niña que todavía era, observaba milimétricamente todo su cuerpecito para asegurarme que no le faltaba nada, que todo estaba bien. Me parecía mentira que hubiera podido concebir algo tan perfecto, tan bello, tan maravilloso… Me iniciaba en la extraordinaria aventura de ser madre. Nadie te da libro de instrucciones con el bebé, y aunque procuras leer todo lo que puedes acerca del tema,  lo que acontece, se te antoja nuevo y único, como si no hubiera más madre en el mundo que tú.  El padre, mientras tanto, había dado cumplida cuenta, en la sala de espera contigua al paritorio, de un buen bocadillo de tortilla de patatas. Iniciarse en la aventura de ser papá, parece que, por aquellos tiempos, era una tarea algo más sencilla; el padre esperaba, en este caso, una larga espera,  eso sí, con los nervios adecuados, y mataba la ansiedad con bocadillos, cafés y cigarrillos. Ocurrió que cuando saliste a ver tu papá, él, algo perdido en ese terreno,  no imaginó quien eras, como bien dijo a la enfermera, “nadie me lo ha presentado hasta ahora”. Una vez hechas las presentaciones, las emociones se dispararon, risas y lágrimas, abrazos y ternura. Tú te dedicaste a lo tuyo en aquellas horas, dormir.  El caso, querido hijo, es que lo pasamos bien mientras te llevé en mi interior.  Te concebí un 31 de diciembre, festero era lógico que salieras.  Fuimos juntos, es decir, tú en mi panza y yo sin saber que estabas ahí, a trabajar, a practicar karate, a bailar, a la universidad… Más tarde,  pasamos un verano bien caluroso, tomamos helados hasta hartarnos, íbamos a clases de preparación al parto dando saltos y bebiendo horchatas, nos fuimos de viaje a Madrid; allí visitaste tu primer parque de atracciones. Mientras, el mundo se preguntaba donde narices llevaba al bebé,  porque la verdad, no conseguí tener  barriguita de embarazada en ningún momento.  Por tu parte, te dedicabas a dar patadas y a boxear, decidiste que el aceite y el marisco no eran lo tuyo, pero me pedias pepinillos en vinagre y polos de limón continuamente. Dejaste claro que  la música y las pelis de miedo te encantaban. Leímos juntos “Cementerio de animales” de Stephen King y vimos en el cine “El anticristo”; como ves,  “muy adecuado” para un bebé que no ha nacido todavía, pero bueno ¿qué se puede esperar de una universitaria novata en estas lides?  De pronto, una madrugada, te entró prisa por ver el  mundo, y sin avisar, a los 8 meses de gestación, decidiste que era buen momento para saludarnos. Me pillaste sin nada arreglado, como siempre, por sorpresa. Y aquí nos encontramos, en el hospital, mirándonos mutuamente, cansados  y satisfechos por el gran esfuerzo de ambos.  Supe, al instante, que todo en mi vida había cambiado, pero sobre todo supe, que tú eras lo mejor y más grande que me había ocurrido y que me iba a ocurrir. Lo que aconteció a partir de entonces, dará para miles de historias, pero, ahora lo que quiero expresar es mi agradecimiento a Dios, a la vida, a tus benditos extraterrestres, al amor, a mi madre, a todo lo que se confabuló y se congració para hacer posible el regalo más inmenso que una mujer puede tener: un bendito ser lleno de luz, mi hijo, mi niño Héctor, el hombre que hoy es, y que para mi orgullo y mi felicidad, lo parí un 5 de septiembre ¡Con un par!!!! ¡TE AMO! <3 font="">