domingo, 12 de mayo de 2013


REFLEXIONES

Por María Isabel Pardo Bernal.

6 de mayo de 2013.

 
 

 

ESPERAR

 
Dejar de esperar será la única solución para poder ir a tu encuentro,  para poder seguir implorándote: “¡Dos minutos!”.  Aprenderé  a  sentir la esperanza boba frente al desgarro, y a tener confianza ciega, sorda y muda... Es la opción que elijo para poder encontrar alguna dosis de cordura. ¡He cruzado tantas veces al otro lado siguiendo tu voz y me he dejado abrasar tantas veces por tus ojos, te he entregado y me he entregado de tal forma, que temo quedar vacía!  Ahora,  en mi cuerpo, vive una loca,  la pasión sin límite, el amor infinito que pide, que suplica, que llora, que ruega, que se arrodilla, se pliega, se humilla, y a la vez, levanta la cabeza con dignidad,  mientras se inventa de la nada, la soberbia de unas palabras, la decencia de unas lágrimas…  Por esto,  debo dejar de pensar en tus abrazos de aire, en tus promesas vanas,  en tus “siempres”, en los “más que a nada”. Necesito dejar de pensar  en tus labios que me besan, mientras tus manos me separan.  Debo olvidar tu cuerpo encendido,  los gemidos, en la forma que se rompe tu voz en mi garganta.  Me impongo no pensar,  para intentar saborear  ese segundo que se te pierde lánguido en la ansiedad de mi alma, para sentir las mariposas, y no temer nada. Necesito creer que te amo un poco menos, tener amnesia para poder levantarme cada mañana, para poder separar mi piel de tu anatomía de hombre, sin que sienta pánico de perderte entre las luces del alba. Quiero ver cómo te alejas sin que se rompa cada fibra de mi esencia. Sin ti, por mucho que lo intento, se va la mujer y aparece el hada. No me  he ido y ya te espero, junto al murmullo de las caracolas y el repicar de campanas. No te has ido y ya te espero, batiendo mis alas,  y es que sin ti, mi niño, no soy nada