martes, 26 de febrero de 2013


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INVIERNO

Por María Isabel Pardo Bernal

06 de Febrero de 2013.

 

 

INVIERNO

 

 

 


 

 

 Miles de cadenas  rodean mi corazón,
                                                  
                                                   lo estrangulan fría e implacablemente.


No puedo evitar que la nieve congele

la tristeza que me produce tu ausencia,

no puedo parar el viento que me golpea.

Mi cuerpo descarado, esclavo del recuerdo,

 

 se desnuda ante el sol engañoso del INVIERNO.

Mis alas cubiertas de escarcha,

caen sobre mi espalda,

torpes, rotas, inútiles.

 El temblor recorre mi piel erizada,

unas lágrimas no convocadas,

danzan, se deslizan, huyen.

Desesperada, te llamo, te lloro, te grito,

te extraño, te pienso, te amo…

 

Y tú, dorado y cálido,

te introduces en las espumas

claras de mi querida agua,

mientras enlazas su mano delgada y morena.

Serán sus ojos

 los que disfruten la eternidad del fuego castaño,

será su pelo negro

quien se desmaye de gozo

 con el susurro de tus gemidos adorados,

serán sus labios temidos

 los que se arrodillen

devotos ante tus sagrados besos.

 

¡Y yo,  clamando al invierno…!

 

Te pienso rodeado de sus brazos,

y siento el baile de los latidos en tu torso desnudo.

Te sueño empapado de suspiros

colmando de susurros sus pequeños oídos.

 

¡Tengo que cerrar mis ventanas,

este tiempo me está matando!

 

Imagino el olor de tu reverenciada piel

mezclarse con los aromas dulzones

de la legal e inmaculada dama.

Percibo la tierra, el agua y la música.

Veo preñado de luz el amanecer blanco,

y las risas, los juegos, los niños…

 

Y, el hielo cubre mi casa,

mi cuerpo, mi sino…

¡Y tú, mi niño, NO ESTÁS CONMIGO!